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Jorge Abot: la emoción expresionista |
Elena Florez
Diario “Alcazar” Madrid, 2 de julio de 1986. |
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La presencia del trazo, la mancha y el color tienen en el pintor bonaerense Jorge Abot la cualidad diferenciada de la fácil adscripción al expresionismo abstracto, como tendencia genérica, en la que se podría incurrir a primera vista. Sus óleos-collages-papel, expuestos, y en la Galería Kreisler Dos son impresiones de la realidad de la que recoge unos colores determinados, una ráfaga de luz, un ruido, unos movimientos. El que la superficie del lienzo esté sutilmente matizada por unas leves diferencias que da el papel pegado, confiere cierta palpitación a la materia como si expresara esos “pliegues” que produce la reflexión, e incluso el impulso, de las sensaciones que de esa realidad repercuten en el pintor. Esa es la diferencia entre las pinturas de Abot y las de sus antecesores estadounidenses del expresionismo abstracto menos emocionales o del informalismo de Tápies, y me parece necesario destacarlo, puesto que el pintor argentino nació en 1941 y el citado movimiento nació hacia 1943-45. “Ventana al Sur” es el título de esta serie de pinturas en las que también entra el papel grueso como soporte y cortado irregular, sensorialmente, para expresar mejor, creo, la circunstancia, lo accidental de esos choques que el pintor recibe en su cuerpo y en su mente.
Desde ese punto de sensibilidad se precipitan la emoción del color, la reflexión del trazo y la medida del espacio abierto que es el intelecto como la gran ventana dispuesta a ver y a asimilarlo todo. El expresionismo, cuando es sentido como fuerza expresiva, mantiene su vitalidad primigenia como lo demuestra la pintura de Jorge Abot: desde su emoción expresionista.
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