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Dalmiro Sirabo
a Jorge Abot, a propósito de su exposición en el MACLA. Agosto de 2000. |
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Horizontes de almizcle petrificados
ante el esplendor del gesto.
Huellas de senderos enigmáticos
poblados de inscripciones rúnicas,
pistas de Nazca.
Teñidos en una medina de Marruecos.
Killyes occidentales,
mandalas rescatados de antiguas cavernas orientales.
Caminos desgarrados
por un tiempo olvidado en la memoria colectiva.
Rutas detenidas en un espacio imaginario
señalando los innumerables caminos que conducen a la libertad.
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