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ABC del Sur
Acerca de una manera de hacer y pensar en el arte |
Monice Glenz Socióloga.
Investigación y Gestión Cultural. Buenos Aires, Argentina Coordinación ABC del Sur.
Marzo 2004. |
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Son varios los motivos históricos y estéticos que justifican la reunión de las obras de Jorge Abot, Washington Barcala y Patricio Court en un lugar expositivo común como el planteado por el ABC del SUR.
Históricamente, la llamada Transición Democrática española comenzó a mediados de la década de los setenta y tuvo su esplendor durante los años 80, coincidiendo su nacimiento y desarrollo con la dolorosa diáspora de latinoamericanos que emigraban de sus países de origen impulsados por las luchas políticas internas. España fue, durante esas décadas, un lugar de residencia, de acogida, de estímulo a la creación sin límites, de lengua común donde tantos escritores y artistas de una Latinoamérica convulsionada, pudieron recalar, crecer, desarrollarse, hermanarse.
Fue a mediados de los años '70 cuando el argentino Jorge Abot, el uruguayo Washington Barcala y el chileno Patricio Court llegaron a Madrid en busca de nuevos horizontes personales y artísticos. Allí permanecieron por varios años (13, 18 y 23 años respectivamente) y desde allí iniciaron / fortalecieron su camino internacional en el arte. Patricio Court y Jorge Abot contaban, al llegar a España, con 35 años. Washington Barcala era veinte años mayor que ellos. Fue en Madrid donde se conocieron y entablaron una cálida amistad, experimentando, junto a los españoles de entonces - los que estaban en el país y los que regresaban a España después de 30 o 40 años de exilio- la inmensa potencia creativa de la época. Aquellos fueron años en los cuales el resurgir de las libertades y el recupero de las instituciones democráticas se vio acompañado por una apertura a nuevos lenguajes plásticos hasta entonces inusitados.
Sus destierros, por distintos motivos, y sus encuentros con la floreciente creatividad de la sociedad española de aquellos años, les permitió romper lazos y ataduras estéticas a los cuales cada uno de ellos estuvieron sujetos en sus respectivos países de nacimiento, ganando una libertad expresiva que, desde entonces, acompañará sus logros artísticos.
La participación e integración de los tres artistas quedó claramente demostrada: por la crítica de arte de aquellos años; por la importancia de las galerías de arte que los acogieron: Abot, con la Galería Trazos Dos de Santander - que hizo conocer su obra en los espacios de arte contemporáneo de la geografía española - en la Galería Alencón (posteriormente denominada Galería Gamarra y Garrigues) y en la Galería Kreisler Dos; Barcala en la mítica Galería Ruiz Castillo, para luego de su cierre pasar a la Galería Theo y la Sala Cellini y Court en la Galería Ovidio y en la Galería Aele - Evelyn Botella; por la selección de sus obras para incorporarlas a muestras colectivas e itinerantes de arte español organizadas por el Ministerio de Cultura de España; y por las numerosas exposiciones en Museos y Galerías de las distintas Comunidades Autónomas del país y del extranjero.
Tan integrados estaban los tres artistas a España que, cada uno a su tiempo, obtuvo la doble nacionalidad española a principios de los años 80.
A partir de 1982, con la creación de ARCO, Abot, Barcala y Court fueron invitados por diversas galerías europeas y latinoamericanas a exponer anualmente sus obras en este ámbito, participando asimismo de otras ferias internacionales como la FIAC en Paris; la de Chicago y la de Miami en Estados Unidos de Norteamérica; la de Basel en Suiza; la de Bolonia en Italia; la de Colonia en Alemania; etc.
Tanto la crítica de arte local como el medio artístico español de entonces ha reconocido a los tres artistas como destacados creadores, co-protagonistas del cambio y transformación artística que caracterizaba a España.
Francisco Calvo Serraller ( catálogo de la exposición de Jorge Abot, Círculo de Bellas Artes de Madrid, marzo de 2003) describe ampliamente el espíritu de aquella época: “...se vivía un momento internacional de vuelta eufórica a la pintura, que, en España, libre ya del lastre de la dictadura, multiplicó el entusiasmo artístico como experiencia no regulada.”....”Durante esta década de los ochenta, se produjeron prácticamente todas las iniciativas que marcaron el destino artístico de nuestro país, como la creación del Centro de Arte Reina Sofía, el IVAM, el Museo Thyssen-Bornemisza o ARCO, por citar sólo algunos de los hitos más significativos. A Jorge Abot le tocó vivir esta transformación vertiginosa y, naturalmente, participó de ella. En un ambiente de euforia y multiplicación de lenguajes, su personal voz no tuvo dificultad en hacerse oír." Esta consideración de Calvo Serraller es absolutamente válida también para Patricio Court y Washington Barcala.
Es así en Europa - residiendo en España y exponiendo también en Italia, Francia, Portugal y Alemania - donde los tres artistas logran definir un lenguaje plástico personal, donde cada uno adquiere una imagen propia e identificatoria de su arte.
En 1988, el Ministerio de Cultura de España, conjuntamente con el Instituto de Cooperación Iberoamericano, ideó un programa de reconocimiento a los artistas de origen latinoamericanos que habían afianzado y /o comenzado su trayectoria internacional desde España. Allí nace el ABC del SUR, como primera etapa de esa política de reconocimientos. Lamentablemente, cambios posteriores de autoridades impidieron que el proyecto se materializara entonces.
Posteriormente, en la década de los 90, el retorno a la democracia en Argentina, en Uruguay y en Chile, actuó como polo de atracción para un pausado y escalonado retorno de estos artistas a sus países de origen, sin descuidar por este motivo su lograda inserción en Europa. Desde comienzos de 1990, Jorge Abot reside en Argentina, alternando su actividad artística entre Buenos Aires y Madrid, donde aún mantiene su taller de la calle Lagasca. En 1992 Washington Barcala, ya enfermo, decide regresar a Montevideo donde fallece en 1993. Desde 1995 son varios los homenajes que se han organizado a la obra de Barcala: Arte al Sur'95 (Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina); Galería Mara (1995, Madrid, España); Museo Torres (1996, Montevideo, Uruguay); Casa de la Parra (1996, Santiago de Compostela, España); Ministerio de Educación y Cultura, MEC (1999, Montevideo, Uruguay); Fundación César Manrique (2003, España) y Fundación Telefónica (2003, Madrid, España). Por otro lado, Patricio Court permanece unos años más en Madrid regresando a Chile en 1997. Desde entonces reside en el fundo “Santa Rosa de los Lavaderos”, cerca de la ciudad de Talca y alterna sus exposiciones en Europa, Chile y Argentina.
Estéticamente, tanto Abot, como Barcala y Court tienen una manera expresionista de realizar su obra. Sin embargo, ésta encuentra su sustento compositivo en una siempre presente estructura que organiza la expresión y la contemplación. Puede pensarse que ello es el reflejo de la formación que recibieron de jóvenes. En el caso de Barcala podríamos pensar en las proximidades del constructivismo de Joaquín Torres García, a cuyo taller brevemente se acercó en Montevideo o, más aún, en su admiración por el constructivismo ruso. La formación universitaria, podría ser la explicación en los casos de Court y de Abot - quien a menudo menciona la incidencia del “estructural funcionalismo” proveniente de su formación sociológica.
Sea cual fuere el origen de la estructura subyacente, lo cierto es que, en sus obras, la "expresión" no es caótica sino que refleja un sutil orden, mostrando una clara idea de totalidad, de partes armónicas que integran el todo.
Los tres artistas partieron, originalmente, de la figuración y sus búsquedas estéticas los llevaron, fundamentalmente a partir de su residencia europea, a expresarse plenamente en el terreno de la abstracción. En el caso de Barcala, sin embargo, incorpora algo de la figura humana en sus composiciones abstractas y geométricas de su obra de los últimos años (1986 al 1993).
La utilización en sus obras de diversos materiales de desuso - históricos o de la vida cotidiana - donde los restos de los objetos hallados, muchas veces al azar, se entretejen y manifiestan de mil variadas maneras pictóricas, dándoles una nueva y poética significación en la esfera de lo plástico, nos habla de artistas permanentemente atentos a su proceso creativo, que recurren a su entorno para transformar lo cotidiano en arte. Estos objetos - o trozos de ellos- son integrados con admirable libertad a los cuadros o esculturas, convirtiéndose en elementos fundamentales de sus texturas e imágenes y aportando un carácter singular a estas nuevas manifestaciones del imaginario colectivo.
La carga de memoria que estos collages representan, puede observarse en algunos de los maderos de Court provenientes de viejas escaleras del Madrid antiguo; en el uso de “costuras”, “maderas” y cartones” de los cuadros de Barcala o en la incorporación de antiguas partituras musicales y periódicos de reciente uso en las pinturas de Abot. La resignificación de los objetos incorporados a sus obras no es de carácter literal, es simplemente una transformación estética cargada de “historia”; es el reflejo de un sentimiento de revaloración de objetos del pasado en la construcción artística del presente.
Asimismo, la obra de Abot, Barcala y Court es esencialmente antiretórica, y se caracteriza por no ser narrativa. El crítico de arte chileno Justo Pastor Mellado dice textualmente de Court: “....Uno de los ejes que permiten ordenar la atención sobre su pintura, tendría que ser, justamente, el eje de la des-narratividad”.... (Prólogo del catálogo de la exposición de Patricio Court en el espacio de Telefónica de Santiago de Chile, 2000).
Sus posturas éticas frente a la producción artística ha permitido que, en medio de los fuertes vientos de la transvanguardia en la Europa de los años 80, sus obras siguieran desarrollando un camino propio sin dejarse llevar por los vientos que arrasaban a grandes contingentes de artistas con el fin de “permanecer en la moda” o con la esperanza de ser reclutados por los curadores y museos de mayor peso en el escenario artístico internacional de esos años. Sus caminos fueron firmes y se desarrollaron a partir de dolorosas búsquedas personales no exentas de peligros. Sin embargo, sus particulares modos de “hacer el arte” obtuvieron un reconocimiento por sí mismos.
Su arte no responde, ni antes ni ahora, a escuelas o tendencias determinadas sino que refleja la libertad, la búsqueda individual, el camino propio. Cada uno de ellos - Abot, Barcala y Court - ha encontrado con pasión y dedicación su propio camino expresivo, logrando, poco a poco, una estética personal de sello singular, expresiva de una actitud de permanente búsqueda.
Lo manifestado por el crítico chileno Justo Pastor Mellado acerca de Court, es, de algún modo, aplicable a Barcala y Abot: “Su obra se caracteriza por la sencillez y pureza de sus formas, sin abandonar la expresividad ni olvidar las raíces de una visión primaria, arcaica y mágica”...(Prólogo del catálogo de la Exposición en TELEFONICA, Santiago de Chile, 2000).
Específicamente acerca de la obra de Court estamos de acuerdo con Juan Manuel Bonet cuando dice: “Durante muchos años, lo que le ha ocupado y preocupado a Patricio Court ha sido construir una pintura fuerte, matérica. La técnica de la arpillera endurecida y recosida, que fue la base de aquella etapa de su trabajo, puede traer a la memoria a Burri, y a nuestro Manolo Millares. Pero enseguida se desvanece esa conexión, hasta tal punto es distinto el resultado que logra este artista de ahora, de los que en su momento lograron los mencionados artistas de los cincuenta”......(Juan Manuel Bonet, presentación del catálogo de Patricio Court en la Galería Aele, Madrid, 1990).
Analizando el devenir cronológico de la obra de Court se puede decir que sus pinturas, poco a poco, fueron saliéndose del cuadro; los cuadros fueron adquiriendo volumen, aproximándose a los volúmenes que años más tarde constituirían piezas escultóricas. Tanto en sus pinturas como en sus esculturas actuales, las texturas se entrelazan con las formas y el color adquiriendo así una relevancia fundamental e instalándose en el espacio con contundencia, vigor y belleza.
De esta transformación de su obra da cuenta también Juan Manuel Bonet ... “Patricio Court comienza a apropiarse de los mecanismos mentales, de los recursos, de los conceptos propios de la escultura. También de sus materiales, y es significativo en ese sentido que haya comenzado a ser dominante la madera”....”Entre las primeras composiciones tridimensionales, todavía excesivamente recargadas de drippings, y las últimas, hay un proceso lógico de ruptura, de conquista de un orden, de ascesis. Pienso, ante estas piezas de pared últimas, nítidas, rotundísimas ...en la tradición de la escultura cubista y abstracta, en ciertos relieves tatlinescos.”......(Juan Manuel Bonet, 1990, ídem)
En cuanto a Washington Barcala, sus delicados juegos de papeles, telas, costuras y maderas manifiestan una poesía casi lírica junto a la plenitud y sensibilidad de sus imágenes logradas a partir de sencillos elementos conjugados con maestría admirable. Al decir de Lucio Muñoz: “Con ternura, levedad, mesura, rigor, limpieza, dulce lentitud y elegancia de vuelo, Barcala ha realizado una obra de extraordinaria calidad sin que casi nadie se haya enterado” (citado en el texto de María Martín y Hdz.- Cañizares, en el catálogo de la exposición póstuma en la Fundación César Manrique, España, 2003).
La obra de Barcala se caracterizó por una abstracción con estructura sutil y poética, donde la línea, el punto, los cuadrados, los rectángulos y los triángulos integraban el espacio plástico, junto a letras de molde y números manuscritos. Sus colores son, fundamentalmente, el negro, el blanco y la madera. Sus materiales y símbolos hacen referencia, sin proponérselo, a su historia personal y familiar. Muchas veces parecieran rememorar los cartones de la fábrica de su padre donde trabajó gran parte de su vida; o moldes de costura; o barcos y trenes de madera de sus siempre soñados viajes.
Barcala casi nunca daba por terminada una obra y muchas veces se veía tentado a modificarlas aún cuando ya hubiesen salido de su estudio. “Llevó adelante pocas exposiciones, con pausas muy dosificadas pero, invariablemente, cada una de ellas pensada con rigor y exigencia inusuales. Todo acompañado por una actitud extremadamente autocrítica...” según relata Ángel Kalenberg en la presentación del catálogo de la Exposición en la Fundación Cesar Manrique, 2003.
Francisco Calvo Serraller caracteriza a Barcala como ”....un constructivista sui generis, que ha hecho del collage su verdadero camino de perfección...” (en “Las ordenaciones poéticas de Barcala”. Diario El País, Madrid, España. Abril 1992)
En Jorge Abot ..”su oficio de pintor - ¿y tal vez de sociólogo?- le permite reconocer que no sólo las iconografías y los motivos dialogan entre sí a lo largo de la historia del arte...Los materiales y las técnicas también lo hacen..” ...” Otro aspecto que involucra esta dimensión material es el uso y función que Abot otorga al pigmento, al color. Rojos chorreantes, blancos y negros corrompidos o incipientes pero hirientes azules no sólo permiten la ancestral combinación entre dibujo e idea.......sino que ellos mismos, a partir de su viscosidad, su aspereza o su saturada tensión cromática, pasan a disputar un protagonismo y una significación con la propia forma” (Gabriela Siracusano: “Jorge Abot. La visibilidad del silencio”, Revista TodaVIA, 4, 2003, Buenos Aires, Argentina).
En las obras de los últimos años aparece una clara referencia de los Haikus (forma literaria mínima de origen japonés),....”que Abot resuelve mediante planos de color cuya disposición nos obliga a una lectura vertical – espacio y direccionalidad de la escritura japonesa-, y en la que nuevamente se imponen el ritmo y los hiatos.” (Graciela Siracusano, ídem).
Los sutiles grafismos, las transparencias, las fuertes pinceladas negras, el aserrín coloreado, los trozos de antiguas partituras musicales y de periódicos de su época en las obras de Jorge Abot nos transportan a un ritmo y a un silencio de hondas raíces americanas con ciertas reminiscencias orientales.
Por último, tanto la obra de Abot, como la de Barcala y la de Court reflejan una rica interacción entre un aprendizaje clásico recibido en sus países de origen y la libertad de lenguajes artísticos explorados en la España del despertar cultural de las décadas de los 70/80, expresando una sensibilidad, poesía, musicalidad, ritmo y contundencia que impulsan a quienes las observan a una contemplación conmovedora y silenciosa.
Hay, en los tres artistas, elementos comunes: estructura y rigor, libertad en el gesto, esplendor de la materia y densidad que otorga la carga de memoria que recorre todas sus obras. Esta reunión del trabajo artístico de Jorge Abot, de Washington Barcala y de Patricio Court podría ser un excelente estímulo para quienes construyen la historia del arte en Latinoamérica, abriendo nuevos caminos teóricos acerca de una manera de hacer y pensar.
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