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Lunes de Arte
Jorge Abot Y Monice Glenz. Buenos Aires, lunes de arte 17 de diciembre de 2001.
 
Hace un año comenzamos a reunirnos para hablar de nuestra preocupación principal: el arte.

Al comienzo éramos a penas seis artistas y hoy, cuando repasábamos para invitar a esta reunión, el número alcanza a unas cuarenta personas. Hemos tenido reuniones productivas, aburridas, tormentosas, divertidas, pero creo que todos hemos aprendido algo, hemos conocido y reconocido a quienes creíamos conocer, y todo hecho con tenacidad en un año muy duro, muy duro como sociedad y también, en muchos casos, con pérdidas cercanas y de colegas que nos dejaron como Badií y Torroja.

Decía que hemos crecido y esperamos crecer y mejorar en densidad y calidad el diálogo o los proyectos que seamos capaces de generar. Hemos recibido y agradecemos muy profundamente a aquellos colegas y amigos que se acercaron y nos contaron como se construyeron como artistas: Reinaldo Agosteguis, Carlos Bosch, Carmelo Arden Quinn, Blas Castagna, Jesús Marcos, Eduardo Giusiano e incluso los galeristas Kichi y Franz Van Riel.

También queremos agradecer a aquellos colegas que abrieron sus talleres para que disfrutáramos de ellos y de su obra como : Ricardo Dagá, Tito Delmonte, Aurelio Macchi y María Juana Heras Velasco.
En las charlas hemos hablado de aquellos temas que nos obsesionan desde “la construcción de nuestra identidad”, “las relaciones entre las formas tradicionales y las nuevas técnicas”, “de los distintos caminos expresivos y su validez”, “de los escenarios del arte”, “de la crítica”, “de los premios”, “de los Museos”, “del papel de los medios de comunicación”, “de la reiterada no construcción de referentes en nuestra cultura” y hasta “de la necesidad de que el artista recupere su palabra”, etc. A veces con altura, otras no tanto, pero siempre procurando escuchar al otro.
Como cierre de este año se nos ocurrió crear un premio (una suerte de “orden del tornillo” como hacía Quinquela Martín en los treinta). Esta será “La Orden de la Hoja de Plata”, y que entregaremos a quienes han realizado una obra significativa con tanto esfuerzo en un medio poco propicio como el nuestro.
En algún momento escribí para un catálogo algo así:
“…somos como esas balizas que flotan en el mar y que emiten señales lumínicas o sonoras…Hay señales que dejan de existir cuando desaparece físicamente quien les da origen y otras logran perdurar en el tiempo…Estas son potentes y duraderas según la densidad del mensaje y la bondad de la vida llevada. De ello depende que la señal siga perdurando más allá de la muerte. El sentido del arte es este: construir señales que atraviesen el tiempo.”

Nosotros decimos que la obra y la vida de Aurelio, Ricardo, María Juana, Tito y la labro de Kichi y Franz Van Riel han tenido y tienen estas dos condiciones: excelencia en el hacer y conductas de solidaridad con los demás que los hacen: “Señores en la vida y en el arte”. Por eso este conjunto de amigos los reconoce como los primeros miembros de esta Orden.